La Vida Como Juego + Runa del Día / Life as a Game + Rune of the Day

Como ya saben, los juegos de rol son una parte importante de mi vida e incluso de mi servicio espiritual. En algún momento, también era asiduo a los videojuegos, pero por años no tengo la tecnología para poder jugar como solía hacerlo. No obstante, en mi proceso de auto-consciencia he encontrado una perspectiva bastante valiosa que me ha permitido vivir con más tranquilidad y alegría: la vida misma es un juego. A veces el juego es complicado y difícil, no particularmente divertido, y no es del todo claro cuál es el sentido de las experiencias que estamos teniendo, pero si nos permitimos relajarnos y nos adaptamos a los cambios, tarde o temprano comenzamos a entender las reglas, que suelen ser bastante simples debajo de toda la maraña de expectativas, preconcepciones, miedos y dudas que heredamos de generaciones previas o recibimos de nuestro entorno.

Me he ido habituando a ver mis vivencias como misiones que, al ser completadas, me dejan una recompensa material, de conocimiento o de acceso a nuevas áreas. También veo mi progreso en términos de niveles obtenidos o de habilidades ganadas. Los implementos que uso, las ofrendas que hago y las cosas que extravío o que son destruidas por alguna razón, son parte de esta dinámica de juego, como esos artefactos que uno recibe al explorar un mundo fantástico y que sirven para abrir una puerta en particular, o que deben entregarse a un personaje específico. Y hablando de los personajes, también me reservo la perspectiva de ver sus identidades como partes de una gran trama, lo cual aplico a mí mismo. Lo único que no hago con esta aproximación es fomentar la competencia, es algo que nunca he disfrutado.

Cuando piensas en la existencia humana como un juego, es más sencillo cargar el peso del dolor y dejar ir las limitaciones del orgullo. Nada, incluso lo más terrible, es demasiado serio como para no encontrarle un lado amable o ver en ello un impacto positivo. Cada estadio que alcanzas es un nuevo escenario con distintos "enemigos", "jefes" para vencer, con acertijos a resolver, secretos por develar y lore para descubrir. La experiencia de vivir y de navegar el mundo se vuelve cada vez más placentera e interesante.

No quiero decir con ésto que el dolor, el luto, las atrocidades, la tiranía o el abuso pierdan su poder, que la culpa y la verguenza desaparezcan y que todo se vuelva color de rosas. Estos sentimientos y fenómenos siguen siendo, lógicamente, profundos y difíciles, y deben ser vistos como tales incluso en las narrativas que exploramos en nuestro día a día, pero he encontrado que la perspectiva del juego los hace más manejables y, quizás más importante, nos permite contextualizarlos, verles un sentido mayor que los despoja lentamente de su oscuridad y confusión.

El juego está potencialmente en todo lo que hacemos. Cualquier actividad puede ser lúdica con la actitud apropiada, y mientras no entorpezcamos el proceso de otras personas ni irrespetemos sus necesidades, esta actitud también facilita el aprendizaje y la creación de comunidades. Es muchísimo más sencillo compartir con otras personas desde la diversión y la camaradería que se generan en un entorno exploratorio, abierto y permeable.

Acá está la Runa de hoy.